LA CRISIS SILENCIOSA (1ª parte)

Ha sido un largo periodo de espera y de cambios de todo tipo, pero finalmente estoy de vuelta y esta vez para quedarme…

A lo largo de estos últimos años, estamos asistiendo y padeciendo una serie cambios drásticos y profundas transformaciones en nuestra sociedad y que nos afectan en mayor o menor manera a todos. Y no es menos cierto que debemos aceptar que el “cambio” es un estado de permanencia en nuestra agenda, pero los ciclos entre fases se acortan y eso nos obliga a un esfuerzo de activación mental y física permanente.

Hay cambios y trasformaciones que vemos, percibimos, sentimos o sufrimos. Pero hay otras que ocurren a nuestro alrededor de forma muy sutil, en mundos paralelos y que aparecen de repente, como por casualidad.

Independientemente del tipo de cultura o régimen político que gobierne en cada lugar del planeta, sociedades democráticas, religiosas o dictatoriales, estamos siendo dirigidos por una misión casi “mesiánica” cuya base es la economía del crecimiento y la rentabilidad, sin demasiadas preocupaciones en la sostenibilidad del modelo. La inmediatez prima sobre el largo plazo y el beneficio individual sobre el colectivo.

Este proceso no es nuevo y se viene labrando desde hace décadas. Y su primer foco se centra en las bases: la educación y la formación de niños y adolescentes. Los modelos educativos de la actualidad son casi ancestrales y basados en la lección magistral, cuyo actor principal es el profesor y no el alumno. Desde niños, a los jóvenes se les dirige y forma bajo una fuerte presión de “utilidad a corto plazo”, a cubrir las demandas del mercado inmediatas, independientemente de su vocación, aspiración o misión. Aniquilando de esta forma los sueños de millones de jóvenes. Limitando su creatividad, coartando su imaginación, su espíritu descubridor e inspiración, con la idea de crear maquinas perfectas, con una capacidad mínima de pensar y decidir por ellas mismas.

Nos encontramos pues, en un escenario en el que los jóvenes se ven forzados a dirigir sus objetivos en una única dirección, transformando los procesos y planes educativos y formativos en una herramienta para el desarrollo y crecimiento económico de un modelo “universalmente” aceptado. Lejos de un modelo de desarrollo de sociedad sostenible a largo plazo, inteligente, democrática y respetando los valores “universales”, la ética y el medio ambiente.

Esta transformación, vertiginosa, está produciendo grandes cambios cuyo impacto “global” e interrelacionado no se sometió a un estudio y análisis profundo y absolutamente necesario para analizar sus potenciales consecuencias en nuestra sociedad a medio plazo. Esto puede llevarnos a un escenario de futuro realmente incierto, preocupante, que puede afectar directamente al modelo de democracia y libertades actual. En donde las incertidumbres superan con mucho las previsiones más pesimistas de organismos internacionales.

Estamos viendo como distintos estados nacionales, están descartando deliberadamente en sus sistemas de educación materias, aptitudes, valores, que casi sin advertirlo, son absolutamente necesarias para mantener la viva la creatividad, la imaginación, la diversidad, en fin, viva a la democracia.

Y ante esta situación, asistimos silenciosos sin cuestionar en profundidad el estado de la cuestión: El que y para qué.

Esta crisis o estado de crisis permanente en la que vivimos y que a grupos de interés les interesa que así se perciba por la sociedad, con el fin de mediatizar la toma de decisiones que en una situación “hipotéticamente” asumida como de normalidad no se aceptarían, pone en fuerte tensión y en conflicto la idea de la educación universal.

Una educación concebida como una herramienta para el crecimiento económico —poco o nada preocupado por una reflexión seria, honesta y sensible sobre la equidad en el acceso a la misma y las oportunidades. Por el contrario, la educación debe estar en el ADN de los países y estados, bajo una “Visión” más allá del decálogo político de un partido, ideario político y mucho más allá de acuerdos cortoplacistas entre grupos de interés. Una “Visión” que defina un modelo de país/estado y que entre sus pilares básicos y prioritarios se encuentre la educación y la formación de sus ciudadanos. Una educación que nivele las necesidades de la sociedad con las vocaciones personales, inspirada en valores, la igualdad de oportunidades, el acceso libre y gratuito a la educación deseada, que afronte con decisión las grandes brechas de la sociedad del siglo XXI (digital, envejecimiento, pobreza, conocimiento…) y que permita el modelo de desarrollo humano de una educación liberal, indispensable para cultivar las democracias del mundo global.

Para algunos expertos y estudiosos, en la actualidad hay una fuerte tendencia a considerar que el principal objetivo de la educación es “enseñar” a los estudiantes a ser económicamente productivos, y según parece, las cosas que sí importan son aquellas que preparan a los individuos para acceder a una carrera laboral. Esta visión limitada de la educación, basada en el desarrollo de habilidades rentables, limita considerablemente la capacidad para pensar de una manera distinta, enriquecer el pensamiento desde distintos puntos de vista, criticar a la autoridad y para sentir solidaridad por las gentes que son diferentes o están marginados.

Esta fuerte tendencia a educar en un pensamiento “único” comúnmente aceptado, se ha convertido en un obstáculo para el desarrollo de nuestras capacidades para tratar los problemas globales complejos aportando soluciones distintas. Limitando infinitamente nuestra capacidad de ser humano libre y con capacidad para pensar y tomar decisiones justas.

Va pasando el tiempo y nos vamos sumergiendo en una especie de burbuja virtual, que a medida que se hace más grande, sus paredes se vuelven más débiles y sensibles. Una burbuja compleja, que no obedece a ningún tipo de reglas físicas ni químicas y que navega sin rumbo, en un espacio cada vez más etéreo e imprevisible.

El impacto de las redes sociales es fundamental, pero cambiante y mutante a la vez. Internet se nos abrió como “un nuevo mundo de oportunidades” para compartir libremente nuestros conocimientos, una oportunidad de democratizar las opiniones y globalizarlas (entre otras muchas cosas). Pero hoy asistimos, que además los medios y las redes se llenan de demagogos y charlatanes de feria, desinformados parlantes generadores de difusos titulares, cuyo único objetivo es obtener una rentabilidad personal a corto plazo sin importarles las consecuencias que esto pueda acarrear para la sociedad, la sostenibilidad del modelo y los logros conseguidos a base de mucho esfuerzo y trabajo a lo largo de décadas.

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Es posible que si hacemos una reflexión macro sobre el nivel de riqueza y su reparto a nivel global, la sociedad se encuentre mucho mejor que hace 50 años. Y si esto es posible, es debido a un mayor reparto de la riqueza sobre el planeta, beneficiándose nuevas clases sociales emergentes en los países en desarrollo.

En apenas 15 años, la pobreza extrema se ha reducido en el planeta del 46% al 22%. Y esto es positivo, sin duda. Y debido mayormente al esfuerzo realizado por los ciudadanos de la Unión Europea, que han contribuido con más del 60% de esta ayuda. (*)

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Pero por otro lado, este beneficio global no se ve reflejado en la medida que aparentemente cabría de esperar desde la perspectiva de los países desarrollados. Esto es, a través del desarrollo de una clase media, con un nivel de formación y cualificación importante y homologado con el de los países desarrollados y por tanto, en disposición de contribuir en mayor medida a la generación de valor añadido local y conseguir la sostenibilidad del modelo en estas nuevas regiones.

Este modelo de crecimiento viene desarrollándose a través de modelos que podríamos definir como “burbujas virtuales”, modelos especulativos y que sólo buscan rentabilidad inmediata, con fuerte inversión en mano de obra poco cualificada, alta competitividad en precios y escasa o nula cobertura social, profesional o educativa. Lo que provoca desajustes sociales importantes, fuerte impacto medioambiental y que se ponen de manifiesto en múltiples formas a lo largo y ancho del planeta.

Hace algunos meses, con motivo de un Congreso Internacional celebrado en Berlín, tuve la oportunidad de compartir mesa con personalidades ilustres del mundo de la política y la economía europea: Wolf Rüdiger Bengs, la Baroness Neville-Jones y Klaus-Peter Willsch entre otros. Debatiendo en “petit comité” sobre cómo afecta la profunda crisis europea a los presupuestos de seguridad y defensa de los distintos países de la Comunidad y las consecuencias que esto puede tener en la sociedad.

Y como suele ocurrir en estos actos, la deriva intelectual tiende a la política primero y a la economía después. En cualquier caso, mi primer motivo de preocupación y consecuente alarma, se disparó ante el terrible y casi apocalíptico mensaje lanzado por alguno de los contertulios sobre el estado de la economía actual y los riesgos inmediatos de inestabilidad en la zona euro y por consecuencia, el impacto a nivel global. Y todo esto ocurrió antes de la “crisis migratoria” en Europa.

Cierto es, que en aquellos meses la percepción y el estado de la Unión Europea estaba siendo vapuleada en sus cimientos. Falta de entendimiento político, falta de ambición europeísta a la hora de plantear grandes políticas unitarias, absoluta falta de liderazgo, falta de rigor a la hora de implantar las medidas estructurales comprometidas en Europa y garantizar su seguimiento y cumplimiento, dualidad en los discursos entre lo que se dice fuera de las fronteras y lo que se hace dentro, visión cortoplacista con mas preocupación por el sillón electoral que por la situación de la moneda única y en consecuencia, el desplome de las economías de los países más débiles.

Si bien, se puede decir que no hubo nada nuevo bajo el sol, si resulta interesante escuchar de primera mano estas reflexiones desde el corazón de Europa, y como se nos ve y percibe desde la distancia. Que por cierto y dicho sea de paso, estamos muy lejos de ver el problema con la misma óptica.

En resumen, la visión de los políticos y los economistas, si bien acaba coincidiendo en el análisis y los motivos de la situación coyuntural, no acaban de aportar soluciones sólidas y serias a largo plazo, más allá de las vagas generalidades que ya todos conocemos de memoria. Pero sin embargo si tendrían un impacto negativo en las políticas de seguridad, defensa y educación en los países de la UE, por las fuertes reducciones presupuestarias. Algo que se puede constatar en estos últimos meses de forma manifiesta a través de las últimas amenazas y ciber amenazas globales, la crisis migratoria, las crisis de identidad europeísta de algunos miembros, los movimientos antisistema y nacionalistas.

Dentro de esta crisis silenciosa, cuyos resultados y evidencias vemos emerger como inmensos icebergs, se producen una serie de daños, nada colaterales, que empobrecen y endeudan a los países de por vida. Desprendiendo de una mínima oportunidad de igualdad a niños y jóvenes que han nacido y vivido en países en permanentes conflictos y/o guerra.

La falta de recursos materiales y humanos para acometer un proyecto educativo “libre”, sólido y sostenible, que permita regenerar a una juventud que no tiene memoria histórica de haber vivido un tiempo de paz. Que no tienen, ni tendrán en años, acceso a los niveles de educación, formación, tecnología, comunicación…de las sociedades avanzada, creando una brecha aún mayor que la imaginada hace años. Unos lugares en donde el ordenador es un objeto más valioso que un coche, y en donde el acceso a internet está restringido a situaciones y localizaciones privilegiadas. Esta desigualdad “extrema” y provocada, es una barrera que bloquea el desarrollo real “global” de los niños y jóvenes del mundo, ante lo que sólo queda imaginación, voluntariado, dedicación y mucho trabajo.

En algunos países, a través de iniciativas “libres y creativas”, han puesto proyectos de educación en pequeñas escuelas o centros a través de antiguos dispositivos móviles, en los que los profesores graban historias, cuentos, lecciones…como mensajes de voz y texto, que es compartido por los niños de escuela en escuela. De esta manera intentan recuperar la ilusión de los niños, las ganas de vivir, de estudiar para ganar la libertad de poder pensar en igualdad de oportunidades, de imaginar un mundo en paz, más allá de las tierras en las que les ha tocado vivir.

“Sería catastrófico convertirse en una nación de gente técnicamente competente que haya perdido la habilidad de pensar críticamente, de examinarse a sí misma y de respetar la humanidad y la diversidad de otros” (El cultivo de la humanidad, 1999). Martha Nussbaum

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La gestión del “yo” del nuevo Líder.

La contribución social y la gestión del presente.

A veces, cuando miro hacia atrás, tras más de treinta años de vida laboral ligada siempre a la ingeniería, la innovación y las nuevas tecnologías, me pregunto si ha llegado el momento de cambiar de rumbo. La contestación fluye desde mi interior de una manera natural y se plasma en la necesidad de contribuir y percibir que cuando mi contribución finalice, me podré sentir plenamente satisfecho con mi aportación a la sociedad. Y ese momento no ha llegado aún.

Me vienen a la memoria varios casos de directivos, ejecutivos y compañeros con los que he trabajado a lo largo de estos últimos años en los que “la contribución” simplemente no existía o se confundía con dedicación y esfuerzo personal. Y recuerdo también a mi primer consejero delegado en una multinacional alemana, que presumía ante los clientes de su colaborador, porque era una gran “fanático” de su trabajo y negocio. Evidentemente, el cliente me conocía personalmente y quedó un poco confundido ante aquella opinión personal que se había realizado en aquella reunión. Ante lo que me apresuré a explicar al cliente, que “el jefe” llevaba poco tiempo en España y confundía algunas palabras y lo que realmente quería decir era “apasionado”. Más tarde en la oficina, tuve la oportunidad de explicarle la diferencia en castellano entre fanático y apasionado y su trascendencia en el mundo empresarial, lo cual me agradeció efusivamente. Aquel hombre tenía un compromiso en un escenario complejo de trabajo, pero le faltaba pasión. No obstante sabía rodearse de personas que suplieran sus carencias y aportar su experiencia para contribuir a la mejora de una situación difícil.

El nuevo líder del siglo XXI ha vivido situaciones complejas, es apasionado y está abierto al cambio permanente, viendo este como un reto y una oportunidad para expandir su contribución personal. Pero en este cambio, la gestión del tiempo es un factor fundamental que vamos a considerar a continuación.

La gestión del tiempo presente es una de las capacidades a valorar y desarrollar fundamentales, tanto en la vida empresarial como en la personal. Saber vivir el presente de manera que sea adaptable a uno, evitando verse atrapado en tiempos pasados y lamentaciones sobre aquellos que jamás volverán y en la ansiedad del futuro inmediato que tanto desgasta.

Cuando nos dejamos arrastrar por el pasado o llevar por el futuro, nunca disponemos de tiempo suficiente, ya que lo que ocurre es que intentamos estar en dos lugares a la vez en distinto tiempo, lo cual es materialmente imposible y nos genera un gran estrés. Esta escisión mental interior es la que nos provoca una gran presión y fuertes tensiones. Por ello, dominar el tiempo es concentrarse y vivir el presente. Esto nos permite gestionar el tiempo eficientemente, dando de si tanto como seamos capaces de vivirlo. Llevándolo al mundo real podríamos definirlo como “obtener más haciendo menos”.

La concentración y dominio del presente, es lo que nos permite ser eficaces al poner toda la atención en lo que se está haciendo en cada momento. De manera que una vez finalizada una tarea, podemos iniciar otra nueva con la misma intensidad y atención. Esto es, trabajar con inteligencia.

Obtener más haciendo menos es un estilo operativo, un credo de los nuevos empresarios o emprendedores denominados por algunos como místicos. Vivir el presente y ser consciente de ello, permite ser eficiente en la gestión del tiempo y moldearlo a nuestro antojo.

Esta concentración y conocimiento de uno mismo nos permite obtener lo mejor de cada uno y así, siendo exigente con uno, poder exigir a los demás.

A lo largo de la vida estamos escogiendo en cada momento, elegimos entre varias opciones, situaciones, decisiones, personas, etc. Pero quien realmente elige?, es nuestro yo?. A partir de aquí pueden construirse muchos “yos”, si bien, sólo uno de ellos encuentra la coherencia entre el elector y el elegido y  nos permite ser conscientes de nuestro talento y la propia experiencia de la vida. ( Dag HammarskJöld).

En el mundo real todos adoptamos personajes en función de distintas situaciones a las que nos enfrentamos a diario. El personaje, es la máscara que envuelve nuestra esencia y esta mascara se adapta a los distintos escenarios de nuestra vida. Para poder sacar lo mejor de una persona, es necesario identificar claramente el personaje, esto es, detectar la máscara tras la que se oculta la persona. Y esto es fundamental en la gestión de las personas, tanto a nivel de colaboradores de una empresa, como en las relaciones con los clientes.

El nuevo líder/emprendedor del siglo XXI, tiene una habilidad especial para desdoblarse e identificar a la persona en esencia y al personaje. Para ello es necesario tener un profundo respeto por la esencia de la persona y poder así afrontar, clara y honestamente situaciones complejas. Ya que si ignoramos al personaje sobre la persona, esto puede llevarnos a situaciones muy peligrosas y conflictivas. Cuando decimos que nos preocupamos por las personas, realmente lo que significa es verlas y reconocerlas tal y como son, sin subestimar ni infravalorar sus defectos o la percepción de los mismos que nosotros tenemos.

Durante todos estos años he conocido muchísimas personas y personajes, y he de reconocer que la experiencia en la aplicación de estos conocimientos me ha ayudado siempre. Y si también es cierto, que uno no acaba de conocerse completamente nunca, el miedo al tiempo pasado…la ansiedad del futuro y la subestima de las personas son algunas de las barreras a las que nos enfrentamos a diario.  Pero no es menos cierto, que desde esta perspectiva de autoconocimiento y generosidad, las relaciones se facilitan en gran medida y la toma de decisiones se acelera en tiempo presente. Y sólo desde el respeto a uno mismo y el profundo conocimiento de nuestro yo, podremos acceder al conocimiento de los demás.

Carlos J. Ochoa Fernández ©

El Lider del Siglo XXI ante el «Cambio»

La espiritualidad está en el centro de nosotros mismos y no puede ser algo con lo que nos entretenemos en algunos momentos de nuestro tiempo. Está y debe estar presente en cada actividad y compartimento de nuestra vida.

Siguiendo con el tema de la Nueva Mística Empresarial, en estos días complejos, en los que las noticias nos asaltan y sobresaltan ante una posible recesión en Europa de consecuencias impredecibles, se ponen de manifiesto las distintas actitudes y formas de abordar esta situación por los distintos agentes: líderes políticos, lobbys y grupos de presión, empresarios, directivos, medios de comunicación, etc. Y realmente resulta bastante triste el panorama que se adivina, ante la falta de visión, honestidad y transparencia que transmiten, lo que les anula inmediatamente como lideres capaces de visionar un nuevo escenario de cambio real de la sociedad. Una falta de imaginación, creatividad y valor que les impide visionar un futuro distinto al actual y sólo se buscan salidas o alternativas para volver de nuevo al mismo escenario en el menor tiempo posible. Más vale malo conocido que bueno por conocer…

Cuando las personas que tienen la responsabilidad de tomar decisiones, sean estas del tipo que sean, aunque nos hablen del “cambio”, de una manera insistente, no se refieren al “CAMBIO” con mayúsculas. Esto es, un nuevo escenario con una visión ambiciosa y novedosa, capaz de afrontar los nuevos retos que esta sociedad está demandando de una manera nítida y clara y que ya está cansada de vueltas de tuerca alrededor del mismo “viejo” modelo. El cambio no puede quedarse en un cambio de personas, equipos y cosas. El CAMBIO, es una nueva forma de adaptarse a un nuevo paradigma en un mundo global y con unas estrictas reglas en la Unión Europea, pero que requiere de revisión permanente, valor y riesgo. El CAMBIO, es la rev-evolución constante y permanente, es una actitud diaria ante la vida, es cambiar la rueda del coche en marcha sin que este pare. Y si es necesario, cambiar al piloto y al copiloto tantas veces como sea necesario. Con viejas reglas y modelos que no han sido capaces de aprender de sí mismos, el cambio no existe y además es imposible. Quizás podríamos llamarlo en argot deportivo: rotación. La sociedad del siglo XXI requiere de propuestas acordes a las demandas y necesidades actuales, de la realidad actual, del presente y del futuro. Nunca de un pasado reciente.

Por ello, el autoconocimiento y la autocritica, son valores fundamentales del nuevo líder del siglo XXI. La capacidad de sorprenderse ante el nuevo conocimiento, las experiencias, la necesidad de buscar permanente la verdad y ser conscientes del que el triunfo es algo efímero. Ya que, para el nuevo líder del siglo XXI, cada nuevo proyecto es una puesta a cero del tanteador, un nuevo juego, en el que de nada sirven los triunfos anteriores y eso es ante todo un gran reto. El factor emocional es un valor diferencial importante, enfrentarse a los sentimientos de uno a la hora de tomar decisiones es clave. No es necesario ocultar los sentimientos, sino más bien todo lo contrario, pero de una manera sosegada y sin dramas. Afrontar los miedos y reconocerlos, cualquier situación de cambio nos enfrenta a estos escenarios y no por ello debe impedir la oportunidad de tomar decisiones correctas y visionarias. Asumir cambios es asumir riesgos, es enfrentarse a situaciones desconocidas, enfrentarse al miedo y a los sentimientos de uno mismo, sacando de los valores más profundos las soluciones más visionarias y sostenibles.

El autoconocimiento y la meditación permiten comprender las relaciones de las personas con su pasado, su historia, fortalezas y debilidades, aciertos y errores. De tal manera, que el líder místico del siglo XXI, no se deja llevar por la vanidad ni la gloria efímera, de manera que la forma de afrontar el nuevo presente y el futuro inmediato lo afrontan como un nuevo reto, una nueva situación, nunca afectada por el pasado, aunque este fuera triunfal.

El autoconocimiento necesita de feedback para retroalimentarse y mejorar constantemente. Para ello el líder del siglo XXI, debe estar abierto a la crítica de una forma honesta y sincera, valorando y  respetando las fuentes de esta. En este punto, me vienen a la mente varios casos vividos en distintas empresas.

En una primera, recuerdo como se puso en marcha un proyecto de Innovación que afectaba a toda la compañía. Se explicó a todos los empleados lo importante que era este proyecto, sus características, la metodología de trabajo y se abrió un buzón de Innovación con el fin de recoger las distintas propuestas que cada uno, bien a título individual o en grupo, quisieran proponer.  Al finalizar el periodo de consulta, se crearía un equipo de Innovación que valoraría las propuestas y se daría un premio al ganador, así como la responsabilidad de poner en marcha su proyecto. A lo largo de este periodo, un gerente fue revisando las propuestas de buzón y criticándolas una y otra vez, desacreditando a las personas que se habían comprometido con la idea. Al final, el personal se desmotivó y prefirió desentenderse del programa de Innovación. Cuando desde la dirección de una empresa no se ejerce un liderazgo natural y solo se ejerce la jefatura, los resultados siempre son los mismos.

Por otro lado, en una gran empresa multinacional, se creó un equipo de mejora con el fin de afrontar una difícil situación de futuro y resultados. Aquel proyecto lanzado desde la dirección, pretendía que desde todas las aéreas se identificaran puntos de mejora de cada una de ellas y de las demás. Aquel proyecto nació con una gran motivación y espíritu de autocritica muy elevado, siendo el resultado espectacular. Cada uno había realizado un ejercicio de autocritica tal que les llevaba a identificar los puntos de mejora propios, como los más fuertes valorados por el resto y viceversa. Al no haber afán de competición, estar abiertos a la crítica y ser más exigentes cada uno consigo mismo que el resto, permitió obtener unos resultados muy exigentes y excelentes.

El talento es algo innato en el nuevo líder, así como la capacidad de auto gestionarse y gestionar a las personas y las situaciones. Hoy, desde mi punto de vista, se requiere más que nunca de este tipo de personas, con valores, sentimientos, fortalezas y debilidades, pero ante todo líderes visionarios con capacidad de buscar nuevas vías más sostenibles para la nueva sociedad del siglo XXI.

Carlos J. Ochoa Fernández ©

La Nueva Mistica Empresarial

Hace ya algunos años, cayó en mis manos un libro realmente magnifico, que como por arte de magia volvió a aparecer una década después y procedí a su relectura. La Nueva Mística Empresarial, un libro visionario, con planteamientos serios y profundos sobre lo que serían los nuevos líderes empresariales del siglo XXI, aportando una perspectiva provocadora pero basada en una dilatada experiencia de sus autores. La realidad actual nos traslada a un escenario muy distinto al que se proponía por los autores, pero no por ello, desde mi punto de vista, dejan de tener sentido sus planteamientos y reflexiones. Más bien todo lo contrario.

El trabajo puede proporcionar la oportunidad de crecer, no sólo en lo económico, sino también espiritual y personal. En caso contrario, con él estaremos perdiendo una parte demasiado importante de nuestra vida. James Autry.

Desde esta perspectiva y una seria reflexión interior sobre lo que somos y lo que queremos ser, se plantea un ejercicio de autenticidad personal, y no perder la conexión espiritual que mantenemos en la juventud. Manteniendo los valores básicos intactos y luchando por aquello que realmente nos hace felices.

A lo largo de los años, vamos desarrollando nuestra carrera profesional de distintas maneras. Algunos, acomodándose a las distintas situaciones en las que se van encontrando en su desarrollo, otros lidiando con fusiones, adquisiciones y ventas, otros a través de headhunters pasando de una compañía a otra sin dejar huella, y algunos otros simplemente por motivación y mejora económica y social. Pero pocos, muy pocos, siguen la línea trazada desde la visión y proyección que tenían a la finalización de sus estudios, desde una autentica vocación y visión humanistica. Y esto define de alguna manera a los líderes y dirigentes de las organizaciones y empresas de la actualidad.

A veces pienso, y me afianzo cada vez más en ello, en que nos encontramos en un momento de necesidad de llevar a cabo un profundo cambio del modelo económico y social. Esta crisis global, que venía anunciada desde hace más de una década y que fue camuflada como buenamente se pudo por los distintos agentes, postergando su afloramiento hasta el 2007, requiere de una salida más compleja y seria que el mero reajuste financiero. No puede seguir basandose en el viejo principio del crecimiento, ya que este, sin sostenibilidad es inviable. Por ello, es necesario que se produzcan transformaciones y cambios profundos en la sociedad, de lo contrario habremos puesto un nuevo parche, que volverá a reventar en poco tiempo y quizás de forma mucho más violenta.

Transformaciones y cambios profundos, que deben venir en primer lugar desde las personas, los líderes, empresarios, emprendedores, empleados, en definitiva, los ciudadanos, con una nueva ética, espíritu social, integridad y respeto. Definiendo un nuevo paradigma de sostenibilidad en todos y cada uno de los aspectos del desarrollo.

Pero en lo que respecta al mundo empresarial, objeto principal de este articulo, el cambio debe ser mucho más profundo aún y de forma muy particular en nuestro país.

Nos encontramos en un momento en el que están  desapareciendo muchos pequeños negocios, pequeñas empresas, autónomos, en definitiva, se sigue destruyendo empleo en los pilares básicos de nuestra sociedad. Y no podemos pensar, en simplemente relanzar estas empresas o negocios, hay que hacerlo de una manera diferente, más sólida, más innovadora y con visión clara y definida de futuro. De lo contrario, volveremos a caer en nuevos envites. Esta crisis está golpeando el sector de las pymes en  nuestro país de una manera muy superior al resto de Europa y eso nos debe llevar a una reflexión más profunda.

A lo largo de mi dilatada vida profesional, he tenido la oportunidad de conocer y trabajar con todo tipo de personas, empleados, jefes, directores, políticos y desgraciadamente he encontrado con muy pocos líderes misticos. Y por supuesto, no tuve la oportunidad de encontrarme en el camino a ningún Visionario Místico. O quizás sí, un viejo profesor Hindú, asesor de los expresidentes  Clinton y Gorbachov, con el que tuve la oportunidad de compartir un té y escuchar su visión del mundo a lo largo de una dilatada noche en el Escorial. Era una persona sabia y mística.

Volviendo al hilo de la cuestión, si hacemos una breve reflexión de cuáles serían los valores o características que más valoraríamos en un emprendedor o empresario místico, seguro que identificaríamos de común acuerdo, entre otros: integridad, honestidad, justicia, autoconocimiento, contribución social, espiritualidad, saber extraer lo mejor de uno mismo, abierto al cambio permanente, sentido del humor, visión global, concentración, autodisciplina, equilibrio, intuición.

Y si ahora miramos a nuestro alrededor e intentamos identificar alguna persona conocida que cumpla al menos con, digamos, el 50% de estas características?. El panorama es desolador y la transformación necesaria será larga pero urgente y necesaria.

El cambio es necesario ya. Hay que impulsar desde los distintos ámbitos profesionales, docentes y empresariales un nuevo espíritu emprendedor que cale profundamente en la sociedad, entendiendo que es la única vía de desarrollo y avance para la creación de empleo estable y con futuro. Hacer llegar e inculcar estos nuevos valores de integridad, honestidad, justicia, etc…en la juventud, ilusionarles y potenciarles para sacar lo mejor de ellos y facilitarles al acceso al conocimiento y desarrollo empresarial. Emprendiendo proyectos innovadores y sostenibles que permitan la generación de empleo cualificado y alto valor, competitivo a nivel internacional.

Continuará…

Buenos días y buena suerte.

Carlos J. Ochoa Fernández ©

HORIZONTE DE SUCESOS

Prologo: Nos encontramos ante las puertas de un nuevo paradigma, si…porfin, el siglo XXI empieza a hacer acto de presencia…y las cosas…empiezan a cambiar mas deprisa.

Para adentrate en este horizonte de sucesos, te recomiendo que te relajes, enchufes los altavoces de tu equipo y disfrutes con este tema de Pat Metheny…Are You Goping with me?.

El horizonte de sucesos es una superficie imaginaria de forma esférica que rodea a un agujero negro, en la cual la velocidad de escape necesaria para alejarse del mismo coincide con la velocidad de la luz. Por ello, ningún objeto dentro de él, incluyendo los fotones, puede escapar debido a la atracción de un campo gravitatorio extremadamente intenso.

Tras los pasos de mi anterior articulo, surfeando entre el espacio y el tiempo, llegamos al punto crítico, el punto de no retorno quizás, el horizonte infinito o mejor dicho…el Horizonte de Sucesos.

Tras varias décadas de estabilidad contenible y desarrollo de la sociedad occidental, habíamos perdido la percepción de la realidad a niveles que rallaban casi el sueño imaginario.

A lo largo de este tiempo de desgobierno social, acracia al servicio del capital, las desigualdades han ido produciendo una grieta en el planeta de magnitud incluso superior a la producida por el calentamiento global en los casquetes polares.

El observador del Universo, sentado en su montaña del conocimiento, ve como los agentes de la física y la química interactúan con el Universo y este a su vez, interactúa con nosotros…en búsqueda del necesario equilibrio, sin el cual, la vida en el planeta es muy difícil de sostener, por no decir prácticamente imposible.

Es cierto que la calidad de vida, en cifras globales, ha mejorado notablemente en estos últimos tiempos en todos los continentes. Pero no es menos cierto, que las diferencias actuales son espectaculares y hoy medibles y visibles por todos, sin interpretaciones o manipulaciones.

Ha sido, y creo que es una de las pocas cosas que debemos agradecer, gracias a esta crisis, cuando se han empezado a tambalear los pilares de la sociedad del siglo XX. Y empieza a vislumbrarse un horizonte no visible, pero si perceptible. Estamos ante una situación social, que va mucho más allá de una mera o sofisticada crisis económica.

Lo que se está poniendo de manifiesto a lo largo de estos últimos meses, es que la sociedad, los ciudadanos…los grupos, las tribus, empiezan a estar hartos, cansados, indignados de tanta mentira, manipulación y explotación en beneficio de unos pocos, a los que nadie representan, ni nadie eligió.

Llevamos ya una década de rodadura y la percepción del nuevo siglo XXI, aún no se ha instalado en nuestras mentes o conciencia. Ya es hora…es tiempo del cambio, de un nuevo cambio en busca de un nuevo paradigma, mas solidario y social, trasparente e igualitario. Es la demanda de las nuevas tribus…puedes escuchar su voz, esta vez no en el desierto…en la RED.

Los ciudadanos, bien como individuos, como grupos o tribus, en fin, la sociedad, gracias a los medios, las redes sociales y los canales de comunicación, es libre de comunicar, informar, quejarse y actuar de una manera espontánea, ante la que los poderes establecidos, no son capaces de reaccionar o poner freno. Es un nuevo estado, el ciudadano, el grupo, la sociedad, tiene voz y voto todos los días…y no debe ni puede esperar a quiméricas elecciones o promesas de futuros mágicos y mejores. Lo que está pasando en Oriente Medio, es un claro reflejo de esta situación y el resto del mundo observa…con respeto, con miedo, con cautela, con envidia…expectante, sin saber como reaccionar.

Estamos frente al horizonte de sucesos, la energía es tan poderosa que nos atrapa hacia su epicentro a una velocidad vertiginosa y una vez que se entra en su orbita, no hay salida.

El observador avisa, nos manda señales…solo hay una salida, acelerar. Alcanzar la velocidad de la luz y salir inmediatamente de la orbita de ese agujero negro que todo absorbe por su infinita energía.

Si no se cambia el paso, se acelera a velocidades a las que no estamos acostumbrados y salimos de esta orbita, seremos atrapados en el horizonte de sucesos. Pero hoy, la nave tiene tripulantes expertos y viajeros que pueden tomar decisiones más allá de la queja espontánea o el derecho al pataleo. Y esto es un nuevo escenario que marcará las directrices básicas de la nueva sociedad, por fin…si, del siglo XXI.

Buenas tardes y buena suerte.

Carlos J. Ochoa Fernández (c)