LA CRISIS SILENCIOSA (1ª parte)

Ha sido un largo periodo de espera y de cambios de todo tipo, pero finalmente estoy de vuelta y esta vez para quedarme…

A lo largo de estos últimos años, estamos asistiendo y padeciendo una serie cambios drásticos y profundas transformaciones en nuestra sociedad y que nos afectan en mayor o menor manera a todos. Y no es menos cierto que debemos aceptar que el “cambio” es un estado de permanencia en nuestra agenda, pero los ciclos entre fases se acortan y eso nos obliga a un esfuerzo de activación mental y física permanente.

Hay cambios y trasformaciones que vemos, percibimos, sentimos o sufrimos. Pero hay otras que ocurren a nuestro alrededor de forma muy sutil, en mundos paralelos y que aparecen de repente, como por casualidad.

Independientemente del tipo de cultura o régimen político que gobierne en cada lugar del planeta, sociedades democráticas, religiosas o dictatoriales, estamos siendo dirigidos por una misión casi “mesiánica” cuya base es la economía del crecimiento y la rentabilidad, sin demasiadas preocupaciones en la sostenibilidad del modelo. La inmediatez prima sobre el largo plazo y el beneficio individual sobre el colectivo.

Este proceso no es nuevo y se viene labrando desde hace décadas. Y su primer foco se centra en las bases: la educación y la formación de niños y adolescentes. Los modelos educativos de la actualidad son casi ancestrales y basados en la lección magistral, cuyo actor principal es el profesor y no el alumno. Desde niños, a los jóvenes se les dirige y forma bajo una fuerte presión de “utilidad a corto plazo”, a cubrir las demandas del mercado inmediatas, independientemente de su vocación, aspiración o misión. Aniquilando de esta forma los sueños de millones de jóvenes. Limitando su creatividad, coartando su imaginación, su espíritu descubridor e inspiración, con la idea de crear maquinas perfectas, con una capacidad mínima de pensar y decidir por ellas mismas.

Nos encontramos pues, en un escenario en el que los jóvenes se ven forzados a dirigir sus objetivos en una única dirección, transformando los procesos y planes educativos y formativos en una herramienta para el desarrollo y crecimiento económico de un modelo “universalmente” aceptado. Lejos de un modelo de desarrollo de sociedad sostenible a largo plazo, inteligente, democrática y respetando los valores “universales”, la ética y el medio ambiente.

Esta transformación, vertiginosa, está produciendo grandes cambios cuyo impacto “global” e interrelacionado no se sometió a un estudio y análisis profundo y absolutamente necesario para analizar sus potenciales consecuencias en nuestra sociedad a medio plazo. Esto puede llevarnos a un escenario de futuro realmente incierto, preocupante, que puede afectar directamente al modelo de democracia y libertades actual. En donde las incertidumbres superan con mucho las previsiones más pesimistas de organismos internacionales.

Estamos viendo como distintos estados nacionales, están descartando deliberadamente en sus sistemas de educación materias, aptitudes, valores, que casi sin advertirlo, son absolutamente necesarias para mantener la viva la creatividad, la imaginación, la diversidad, en fin, viva a la democracia.

Y ante esta situación, asistimos silenciosos sin cuestionar en profundidad el estado de la cuestión: El que y para qué.

Esta crisis o estado de crisis permanente en la que vivimos y que a grupos de interés les interesa que así se perciba por la sociedad, con el fin de mediatizar la toma de decisiones que en una situación “hipotéticamente” asumida como de normalidad no se aceptarían, pone en fuerte tensión y en conflicto la idea de la educación universal.

Una educación concebida como una herramienta para el crecimiento económico —poco o nada preocupado por una reflexión seria, honesta y sensible sobre la equidad en el acceso a la misma y las oportunidades. Por el contrario, la educación debe estar en el ADN de los países y estados, bajo una “Visión” más allá del decálogo político de un partido, ideario político y mucho más allá de acuerdos cortoplacistas entre grupos de interés. Una “Visión” que defina un modelo de país/estado y que entre sus pilares básicos y prioritarios se encuentre la educación y la formación de sus ciudadanos. Una educación que nivele las necesidades de la sociedad con las vocaciones personales, inspirada en valores, la igualdad de oportunidades, el acceso libre y gratuito a la educación deseada, que afronte con decisión las grandes brechas de la sociedad del siglo XXI (digital, envejecimiento, pobreza, conocimiento…) y que permita el modelo de desarrollo humano de una educación liberal, indispensable para cultivar las democracias del mundo global.

Para algunos expertos y estudiosos, en la actualidad hay una fuerte tendencia a considerar que el principal objetivo de la educación es “enseñar” a los estudiantes a ser económicamente productivos, y según parece, las cosas que sí importan son aquellas que preparan a los individuos para acceder a una carrera laboral. Esta visión limitada de la educación, basada en el desarrollo de habilidades rentables, limita considerablemente la capacidad para pensar de una manera distinta, enriquecer el pensamiento desde distintos puntos de vista, criticar a la autoridad y para sentir solidaridad por las gentes que son diferentes o están marginados.

Esta fuerte tendencia a educar en un pensamiento “único” comúnmente aceptado, se ha convertido en un obstáculo para el desarrollo de nuestras capacidades para tratar los problemas globales complejos aportando soluciones distintas. Limitando infinitamente nuestra capacidad de ser humano libre y con capacidad para pensar y tomar decisiones justas.

Va pasando el tiempo y nos vamos sumergiendo en una especie de burbuja virtual, que a medida que se hace más grande, sus paredes se vuelven más débiles y sensibles. Una burbuja compleja, que no obedece a ningún tipo de reglas físicas ni químicas y que navega sin rumbo, en un espacio cada vez más etéreo e imprevisible.

El impacto de las redes sociales es fundamental, pero cambiante y mutante a la vez. Internet se nos abrió como “un nuevo mundo de oportunidades” para compartir libremente nuestros conocimientos, una oportunidad de democratizar las opiniones y globalizarlas (entre otras muchas cosas). Pero hoy asistimos, que además los medios y las redes se llenan de demagogos y charlatanes de feria, desinformados parlantes generadores de difusos titulares, cuyo único objetivo es obtener una rentabilidad personal a corto plazo sin importarles las consecuencias que esto pueda acarrear para la sociedad, la sostenibilidad del modelo y los logros conseguidos a base de mucho esfuerzo y trabajo a lo largo de décadas.

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Es posible que si hacemos una reflexión macro sobre el nivel de riqueza y su reparto a nivel global, la sociedad se encuentre mucho mejor que hace 50 años. Y si esto es posible, es debido a un mayor reparto de la riqueza sobre el planeta, beneficiándose nuevas clases sociales emergentes en los países en desarrollo.

En apenas 15 años, la pobreza extrema se ha reducido en el planeta del 46% al 22%. Y esto es positivo, sin duda. Y debido mayormente al esfuerzo realizado por los ciudadanos de la Unión Europea, que han contribuido con más del 60% de esta ayuda. (*)

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Pero por otro lado, este beneficio global no se ve reflejado en la medida que aparentemente cabría de esperar desde la perspectiva de los países desarrollados. Esto es, a través del desarrollo de una clase media, con un nivel de formación y cualificación importante y homologado con el de los países desarrollados y por tanto, en disposición de contribuir en mayor medida a la generación de valor añadido local y conseguir la sostenibilidad del modelo en estas nuevas regiones.

Este modelo de crecimiento viene desarrollándose a través de modelos que podríamos definir como “burbujas virtuales”, modelos especulativos y que sólo buscan rentabilidad inmediata, con fuerte inversión en mano de obra poco cualificada, alta competitividad en precios y escasa o nula cobertura social, profesional o educativa. Lo que provoca desajustes sociales importantes, fuerte impacto medioambiental y que se ponen de manifiesto en múltiples formas a lo largo y ancho del planeta.

Hace algunos meses, con motivo de un Congreso Internacional celebrado en Berlín, tuve la oportunidad de compartir mesa con personalidades ilustres del mundo de la política y la economía europea: Wolf Rüdiger Bengs, la Baroness Neville-Jones y Klaus-Peter Willsch entre otros. Debatiendo en “petit comité” sobre cómo afecta la profunda crisis europea a los presupuestos de seguridad y defensa de los distintos países de la Comunidad y las consecuencias que esto puede tener en la sociedad.

Y como suele ocurrir en estos actos, la deriva intelectual tiende a la política primero y a la economía después. En cualquier caso, mi primer motivo de preocupación y consecuente alarma, se disparó ante el terrible y casi apocalíptico mensaje lanzado por alguno de los contertulios sobre el estado de la economía actual y los riesgos inmediatos de inestabilidad en la zona euro y por consecuencia, el impacto a nivel global. Y todo esto ocurrió antes de la “crisis migratoria” en Europa.

Cierto es, que en aquellos meses la percepción y el estado de la Unión Europea estaba siendo vapuleada en sus cimientos. Falta de entendimiento político, falta de ambición europeísta a la hora de plantear grandes políticas unitarias, absoluta falta de liderazgo, falta de rigor a la hora de implantar las medidas estructurales comprometidas en Europa y garantizar su seguimiento y cumplimiento, dualidad en los discursos entre lo que se dice fuera de las fronteras y lo que se hace dentro, visión cortoplacista con mas preocupación por el sillón electoral que por la situación de la moneda única y en consecuencia, el desplome de las economías de los países más débiles.

Si bien, se puede decir que no hubo nada nuevo bajo el sol, si resulta interesante escuchar de primera mano estas reflexiones desde el corazón de Europa, y como se nos ve y percibe desde la distancia. Que por cierto y dicho sea de paso, estamos muy lejos de ver el problema con la misma óptica.

En resumen, la visión de los políticos y los economistas, si bien acaba coincidiendo en el análisis y los motivos de la situación coyuntural, no acaban de aportar soluciones sólidas y serias a largo plazo, más allá de las vagas generalidades que ya todos conocemos de memoria. Pero sin embargo si tendrían un impacto negativo en las políticas de seguridad, defensa y educación en los países de la UE, por las fuertes reducciones presupuestarias. Algo que se puede constatar en estos últimos meses de forma manifiesta a través de las últimas amenazas y ciber amenazas globales, la crisis migratoria, las crisis de identidad europeísta de algunos miembros, los movimientos antisistema y nacionalistas.

Dentro de esta crisis silenciosa, cuyos resultados y evidencias vemos emerger como inmensos icebergs, se producen una serie de daños, nada colaterales, que empobrecen y endeudan a los países de por vida. Desprendiendo de una mínima oportunidad de igualdad a niños y jóvenes que han nacido y vivido en países en permanentes conflictos y/o guerra.

La falta de recursos materiales y humanos para acometer un proyecto educativo “libre”, sólido y sostenible, que permita regenerar a una juventud que no tiene memoria histórica de haber vivido un tiempo de paz. Que no tienen, ni tendrán en años, acceso a los niveles de educación, formación, tecnología, comunicación…de las sociedades avanzada, creando una brecha aún mayor que la imaginada hace años. Unos lugares en donde el ordenador es un objeto más valioso que un coche, y en donde el acceso a internet está restringido a situaciones y localizaciones privilegiadas. Esta desigualdad “extrema” y provocada, es una barrera que bloquea el desarrollo real “global” de los niños y jóvenes del mundo, ante lo que sólo queda imaginación, voluntariado, dedicación y mucho trabajo.

En algunos países, a través de iniciativas “libres y creativas”, han puesto proyectos de educación en pequeñas escuelas o centros a través de antiguos dispositivos móviles, en los que los profesores graban historias, cuentos, lecciones…como mensajes de voz y texto, que es compartido por los niños de escuela en escuela. De esta manera intentan recuperar la ilusión de los niños, las ganas de vivir, de estudiar para ganar la libertad de poder pensar en igualdad de oportunidades, de imaginar un mundo en paz, más allá de las tierras en las que les ha tocado vivir.

“Sería catastrófico convertirse en una nación de gente técnicamente competente que haya perdido la habilidad de pensar críticamente, de examinarse a sí misma y de respetar la humanidad y la diversidad de otros” (El cultivo de la humanidad, 1999). Martha Nussbaum

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La gestión del “yo” del nuevo Líder.

La contribución social y la gestión del presente.

A veces, cuando miro hacia atrás, tras más de treinta años de vida laboral ligada siempre a la ingeniería, la innovación y las nuevas tecnologías, me pregunto si ha llegado el momento de cambiar de rumbo. La contestación fluye desde mi interior de una manera natural y se plasma en la necesidad de contribuir y percibir que cuando mi contribución finalice, me podré sentir plenamente satisfecho con mi aportación a la sociedad. Y ese momento no ha llegado aún.

Me vienen a la memoria varios casos de directivos, ejecutivos y compañeros con los que he trabajado a lo largo de estos últimos años en los que “la contribución” simplemente no existía o se confundía con dedicación y esfuerzo personal. Y recuerdo también a mi primer consejero delegado en una multinacional alemana, que presumía ante los clientes de su colaborador, porque era una gran “fanático” de su trabajo y negocio. Evidentemente, el cliente me conocía personalmente y quedó un poco confundido ante aquella opinión personal que se había realizado en aquella reunión. Ante lo que me apresuré a explicar al cliente, que “el jefe” llevaba poco tiempo en España y confundía algunas palabras y lo que realmente quería decir era “apasionado”. Más tarde en la oficina, tuve la oportunidad de explicarle la diferencia en castellano entre fanático y apasionado y su trascendencia en el mundo empresarial, lo cual me agradeció efusivamente. Aquel hombre tenía un compromiso en un escenario complejo de trabajo, pero le faltaba pasión. No obstante sabía rodearse de personas que suplieran sus carencias y aportar su experiencia para contribuir a la mejora de una situación difícil.

El nuevo líder del siglo XXI ha vivido situaciones complejas, es apasionado y está abierto al cambio permanente, viendo este como un reto y una oportunidad para expandir su contribución personal. Pero en este cambio, la gestión del tiempo es un factor fundamental que vamos a considerar a continuación.

La gestión del tiempo presente es una de las capacidades a valorar y desarrollar fundamentales, tanto en la vida empresarial como en la personal. Saber vivir el presente de manera que sea adaptable a uno, evitando verse atrapado en tiempos pasados y lamentaciones sobre aquellos que jamás volverán y en la ansiedad del futuro inmediato que tanto desgasta.

Cuando nos dejamos arrastrar por el pasado o llevar por el futuro, nunca disponemos de tiempo suficiente, ya que lo que ocurre es que intentamos estar en dos lugares a la vez en distinto tiempo, lo cual es materialmente imposible y nos genera un gran estrés. Esta escisión mental interior es la que nos provoca una gran presión y fuertes tensiones. Por ello, dominar el tiempo es concentrarse y vivir el presente. Esto nos permite gestionar el tiempo eficientemente, dando de si tanto como seamos capaces de vivirlo. Llevándolo al mundo real podríamos definirlo como “obtener más haciendo menos”.

La concentración y dominio del presente, es lo que nos permite ser eficaces al poner toda la atención en lo que se está haciendo en cada momento. De manera que una vez finalizada una tarea, podemos iniciar otra nueva con la misma intensidad y atención. Esto es, trabajar con inteligencia.

Obtener más haciendo menos es un estilo operativo, un credo de los nuevos empresarios o emprendedores denominados por algunos como místicos. Vivir el presente y ser consciente de ello, permite ser eficiente en la gestión del tiempo y moldearlo a nuestro antojo.

Esta concentración y conocimiento de uno mismo nos permite obtener lo mejor de cada uno y así, siendo exigente con uno, poder exigir a los demás.

A lo largo de la vida estamos escogiendo en cada momento, elegimos entre varias opciones, situaciones, decisiones, personas, etc. Pero quien realmente elige?, es nuestro yo?. A partir de aquí pueden construirse muchos “yos”, si bien, sólo uno de ellos encuentra la coherencia entre el elector y el elegido y  nos permite ser conscientes de nuestro talento y la propia experiencia de la vida. ( Dag HammarskJöld).

En el mundo real todos adoptamos personajes en función de distintas situaciones a las que nos enfrentamos a diario. El personaje, es la máscara que envuelve nuestra esencia y esta mascara se adapta a los distintos escenarios de nuestra vida. Para poder sacar lo mejor de una persona, es necesario identificar claramente el personaje, esto es, detectar la máscara tras la que se oculta la persona. Y esto es fundamental en la gestión de las personas, tanto a nivel de colaboradores de una empresa, como en las relaciones con los clientes.

El nuevo líder/emprendedor del siglo XXI, tiene una habilidad especial para desdoblarse e identificar a la persona en esencia y al personaje. Para ello es necesario tener un profundo respeto por la esencia de la persona y poder así afrontar, clara y honestamente situaciones complejas. Ya que si ignoramos al personaje sobre la persona, esto puede llevarnos a situaciones muy peligrosas y conflictivas. Cuando decimos que nos preocupamos por las personas, realmente lo que significa es verlas y reconocerlas tal y como son, sin subestimar ni infravalorar sus defectos o la percepción de los mismos que nosotros tenemos.

Durante todos estos años he conocido muchísimas personas y personajes, y he de reconocer que la experiencia en la aplicación de estos conocimientos me ha ayudado siempre. Y si también es cierto, que uno no acaba de conocerse completamente nunca, el miedo al tiempo pasado…la ansiedad del futuro y la subestima de las personas son algunas de las barreras a las que nos enfrentamos a diario.  Pero no es menos cierto, que desde esta perspectiva de autoconocimiento y generosidad, las relaciones se facilitan en gran medida y la toma de decisiones se acelera en tiempo presente. Y sólo desde el respeto a uno mismo y el profundo conocimiento de nuestro yo, podremos acceder al conocimiento de los demás.

Carlos J. Ochoa Fernández ©

El Lider del Siglo XXI ante el «Cambio»

La espiritualidad está en el centro de nosotros mismos y no puede ser algo con lo que nos entretenemos en algunos momentos de nuestro tiempo. Está y debe estar presente en cada actividad y compartimento de nuestra vida.

Siguiendo con el tema de la Nueva Mística Empresarial, en estos días complejos, en los que las noticias nos asaltan y sobresaltan ante una posible recesión en Europa de consecuencias impredecibles, se ponen de manifiesto las distintas actitudes y formas de abordar esta situación por los distintos agentes: líderes políticos, lobbys y grupos de presión, empresarios, directivos, medios de comunicación, etc. Y realmente resulta bastante triste el panorama que se adivina, ante la falta de visión, honestidad y transparencia que transmiten, lo que les anula inmediatamente como lideres capaces de visionar un nuevo escenario de cambio real de la sociedad. Una falta de imaginación, creatividad y valor que les impide visionar un futuro distinto al actual y sólo se buscan salidas o alternativas para volver de nuevo al mismo escenario en el menor tiempo posible. Más vale malo conocido que bueno por conocer…

Cuando las personas que tienen la responsabilidad de tomar decisiones, sean estas del tipo que sean, aunque nos hablen del “cambio”, de una manera insistente, no se refieren al “CAMBIO” con mayúsculas. Esto es, un nuevo escenario con una visión ambiciosa y novedosa, capaz de afrontar los nuevos retos que esta sociedad está demandando de una manera nítida y clara y que ya está cansada de vueltas de tuerca alrededor del mismo “viejo” modelo. El cambio no puede quedarse en un cambio de personas, equipos y cosas. El CAMBIO, es una nueva forma de adaptarse a un nuevo paradigma en un mundo global y con unas estrictas reglas en la Unión Europea, pero que requiere de revisión permanente, valor y riesgo. El CAMBIO, es la rev-evolución constante y permanente, es una actitud diaria ante la vida, es cambiar la rueda del coche en marcha sin que este pare. Y si es necesario, cambiar al piloto y al copiloto tantas veces como sea necesario. Con viejas reglas y modelos que no han sido capaces de aprender de sí mismos, el cambio no existe y además es imposible. Quizás podríamos llamarlo en argot deportivo: rotación. La sociedad del siglo XXI requiere de propuestas acordes a las demandas y necesidades actuales, de la realidad actual, del presente y del futuro. Nunca de un pasado reciente.

Por ello, el autoconocimiento y la autocritica, son valores fundamentales del nuevo líder del siglo XXI. La capacidad de sorprenderse ante el nuevo conocimiento, las experiencias, la necesidad de buscar permanente la verdad y ser conscientes del que el triunfo es algo efímero. Ya que, para el nuevo líder del siglo XXI, cada nuevo proyecto es una puesta a cero del tanteador, un nuevo juego, en el que de nada sirven los triunfos anteriores y eso es ante todo un gran reto. El factor emocional es un valor diferencial importante, enfrentarse a los sentimientos de uno a la hora de tomar decisiones es clave. No es necesario ocultar los sentimientos, sino más bien todo lo contrario, pero de una manera sosegada y sin dramas. Afrontar los miedos y reconocerlos, cualquier situación de cambio nos enfrenta a estos escenarios y no por ello debe impedir la oportunidad de tomar decisiones correctas y visionarias. Asumir cambios es asumir riesgos, es enfrentarse a situaciones desconocidas, enfrentarse al miedo y a los sentimientos de uno mismo, sacando de los valores más profundos las soluciones más visionarias y sostenibles.

El autoconocimiento y la meditación permiten comprender las relaciones de las personas con su pasado, su historia, fortalezas y debilidades, aciertos y errores. De tal manera, que el líder místico del siglo XXI, no se deja llevar por la vanidad ni la gloria efímera, de manera que la forma de afrontar el nuevo presente y el futuro inmediato lo afrontan como un nuevo reto, una nueva situación, nunca afectada por el pasado, aunque este fuera triunfal.

El autoconocimiento necesita de feedback para retroalimentarse y mejorar constantemente. Para ello el líder del siglo XXI, debe estar abierto a la crítica de una forma honesta y sincera, valorando y  respetando las fuentes de esta. En este punto, me vienen a la mente varios casos vividos en distintas empresas.

En una primera, recuerdo como se puso en marcha un proyecto de Innovación que afectaba a toda la compañía. Se explicó a todos los empleados lo importante que era este proyecto, sus características, la metodología de trabajo y se abrió un buzón de Innovación con el fin de recoger las distintas propuestas que cada uno, bien a título individual o en grupo, quisieran proponer.  Al finalizar el periodo de consulta, se crearía un equipo de Innovación que valoraría las propuestas y se daría un premio al ganador, así como la responsabilidad de poner en marcha su proyecto. A lo largo de este periodo, un gerente fue revisando las propuestas de buzón y criticándolas una y otra vez, desacreditando a las personas que se habían comprometido con la idea. Al final, el personal se desmotivó y prefirió desentenderse del programa de Innovación. Cuando desde la dirección de una empresa no se ejerce un liderazgo natural y solo se ejerce la jefatura, los resultados siempre son los mismos.

Por otro lado, en una gran empresa multinacional, se creó un equipo de mejora con el fin de afrontar una difícil situación de futuro y resultados. Aquel proyecto lanzado desde la dirección, pretendía que desde todas las aéreas se identificaran puntos de mejora de cada una de ellas y de las demás. Aquel proyecto nació con una gran motivación y espíritu de autocritica muy elevado, siendo el resultado espectacular. Cada uno había realizado un ejercicio de autocritica tal que les llevaba a identificar los puntos de mejora propios, como los más fuertes valorados por el resto y viceversa. Al no haber afán de competición, estar abiertos a la crítica y ser más exigentes cada uno consigo mismo que el resto, permitió obtener unos resultados muy exigentes y excelentes.

El talento es algo innato en el nuevo líder, así como la capacidad de auto gestionarse y gestionar a las personas y las situaciones. Hoy, desde mi punto de vista, se requiere más que nunca de este tipo de personas, con valores, sentimientos, fortalezas y debilidades, pero ante todo líderes visionarios con capacidad de buscar nuevas vías más sostenibles para la nueva sociedad del siglo XXI.

Carlos J. Ochoa Fernández ©

Trabajar con el alma y el corazón

El trabajo puede proporcionar la oportunidad de crecer, no sólo económicamente, sino también espiritual y personalmente. En caso contrario, estaremos perdiendo una parte demasiado importante de nuestra vida. (James Autry).

Vivimos tiempos difíciles y complejos para hacer aseveraciones como esta, pero quizá sea hoy más necesario que nunca realizar una profunda reflexión sobre el estilo de liderazgo y dirección actual, fracasado y trasnochado y profundizar en los valores espirituales del ser humano y el desarrollo del mismo desde la perspectiva emprendedora.

En el capitulo anterior referente a la Nueva Mística Empresarial, nos habíamos quedado en identificar lo que podrían ser los valores o características que más valoraríamos en un emprendedor o empresario místico. Destacando entre otros: integridad, honestidad, justicia, autoconocimiento, contribución social, espiritualidad, saber extraer lo mejor de uno mismo, abierto al cambio permanente, sentido del humor, visión global, concentración, autodisciplina, equilibrio, intuición.

Hoy vamos a introducirnos por este camino de reflexión, del que soy un místico realista  convencido.

La evolución, ahora llamada rotación por algunos, en los cargos directivos de las empresas, va ligada a los distintos ciclos de vida de las mismas y en tiempos de crisis, priman los perfiles financieros y en tiempos de bonanza, los creativos, arriesgados y comerciales. Y esto resta muchas veces oportunidades reales para salir de situaciones de crisis a las empresas y anticiparse a situaciones de futuro y liderazgo.

Cuando hablamos de un emprendedor místico, imaginamos una persona visionaria y que está en constante ebullición de ideas. Y ante esta ebullición, debe someter a su mente a procesos de simulación complejos para visualizar la oportunidad de continuidad de esas ideas y ponerlas en marcha, aparcarlas momentáneamente o encerrarlas en un baúl de futuros proyectos imprevisibles. Y ante esta situación, la cantidad de ocasiones que se les presentan para equivocarse son innumerables y muy superior a la media de los mortales.

Pero evidentemente, un rasgo fundamental en ellos es la integridad. Lo que garantiza que estas decisiones se toman desde una perspectiva sana, equilibrada, integra, en donde los valores de la persona están por encima de las cosas. Por ello, ante una situación de toma de decisiones, el mejor escenario es decir la verdad y con coherencia y equilibrio. Y decir la verdad significa ser íntegros y honestos entre lo que pensamos, decimos y hacemos, evitando discursos distintos dependiendo a quien nos dirijamos y en el contexto que lo hagamos. De esta manera se está en una posición de equilibrio y en disposición de tomar decisiones difíciles, independientemente de su trascendencia. La manipulación emocional, es una de las mayores lacras de los empresarios actuales y esta actitud, rompe la regla de integridad e integración en la empresa.  Lo que acaba siendo un talón de Aquiles irreparable en las organizaciones, al crear una brecha insalvable entre directivos y empleados.

¿Cómo se demuestra el respeto?. Con la integridad del mensaje que comunicamos. Bob Galvin.

En momentos de tensión es cuando se ve la talla real de las personas. Pero también en el día a día, en la forma de comportarse, de liderar y dirigir a las personas y visionar los negocios, en las relaciones con los clientes, los proveedores, etc. Y actuar conforme a lo que se dice, lo que se piensa, es una muestra de coherencia e integridad y en definitiva, marca lo que es una persona justa. A todos nos gusta que se nos trate con justicia y sentirnos a gusto a la hora de tomar decisiones, por complejas y difíciles que estas sean. Ya que el principio de la justicia es universal.

El conocimiento es el principal valor del ser humano. Desde que nace está aprendiendo y en el momento que deja de aprender, comienza a morir. Se muere espiritual y físicamente. Este proceso es el que lleva a muchas personas a la incapacidad de abordar nuevos retos, encontrar trabajo o adaptarse al cambio en cualquier situación. Aprender es estar vivo y por tanto una necesidad vital. Por ello, el emprendedor místico está permanentemente envuelto en un proceso de aprendizaje continuo y de ayuda al aprendizaje de los demás. El intercambio de conocimiento, experiencias, vivencias y saber, enriquece a las personas y nos ayuda a conocernos a nosotros mismos. Este proceso finaliza el día que morimos.

Lo que cuenta es lo que se aprende después de saberlo todo. John Wooden.

continuará…

Carlos J. Ochoa Fernández ©

REAPRENDIENDO

A lo largo de estos últimos meses he recibido un autentico bombardeo de distintas escuelas de negocio con infinidad de propuestas de diversos cursos y masters alrededor de las Nuevas Tecnologías, Negocios en Internet y Marketing Digital. Una vez que analizo los programas con detenimiento, veo que son muy pocos aquellos que realmente aportan un valor añadido significativo, quizás porque están en una fase emergente y los programas se van ajustando poco a poco a una realidad, que una vez mas, va por delante.

Y ante este panorama y la necesidad de dar respuesta a los clientes, anticipándonos a sus posibles necesidades, no nos queda mas remedio que ¡¡¡ Reaprender !!!.

Si, digo bien, reaprender y poner en valor la experiencia, el conocimiento del mercado, el conocimiento de la tecnología, las necesidades de los clientes…en fin, todo aquello que importa realmente a la hora de poder enfrentarnos a una nueva situación con propuestas que justifiquen el intercambio comercial de: Valor por Dinero.

En las nuevas propuestas que aparecen constantemente en la nueva economía, el gran GAP es este. La aportación de valor real, por el dinero de la inversión a realizar y el beneficio a obtener.

La constante generación de expectativas fallidas y las increíbles inversiones realizadas en algunos nichos tecnológicos sin valor real, crearon en un tiempo reciente una gran burbuja especulativa en la que se enterraron grandes fortunas. No dejemos que los sueños de los especuladores vuelvan a invadir nuestras realidades.

Reaprender, de las experiencias (buenas y malas), escuchar y meditar, ver y pensar…razonar, evaluar y repensar una vez más. Ajustar las necesidades a soluciones reales en donde el valor sea medible y tangible aportando un beneficio a las partes y agentes implicados en el negocio es la vía para desarrollar empresas innovadoras a largo plazo y generar riqueza a partir de conocimiento y personas capaces de aplicarlo eficazmente.

Mientras tanto, seguimos reaprendiendo…algo que muchos han olvidado y no debemos confundir con reinventar.

Buenos días y buena suerte.

Carlos J. Ochoa

¡¡¡ CONCIERTO DESCONCIERTO !!!

Que duda cabe que son tiempos difíciles, sin duda. Pero si de algo no cabe duda, es que estamos llegando a un nivel de desconcierto y porque no decirlo, locura, en el que cualquiera se siente habilitado para opinar, experto en economía y agente crítico del inmediato pasado.

Hace apenas dos años, o quizás tres ya si repasamos rigurosamente las hemerotecas, hay que ver como pasa el tiempo, en las que los primeros indicadores sobre la situación que se avecinaba, comenzaban a vislumbrarse en el horizonte. Sin embargo, el análisis y la anticipación para prever la dimensión de tal situación, brilló por su ausencia. Y no porque no seamos capaces de anticipar modelos o evaluar situaciones de crisis para adelantar soluciones y cambios estructurales a nuestros modelos productivos, no. Simplemente porque dentro de esta burbuja especulativa en la que se mueve esta nueva sociedad actual, los agentes “responsables”, no fueron capaces de actuar con visión amplia, global, generosa y honesta.

El huracán es un fenómeno meteorológico de una fuerza descomunal, que se conforma como parte de las amenazas naturales que, aunadas a la vulnerabilidad de la geografía y la misma de cada país, contribuyen a aumentar una variable que influye en el desarrollo de la nación: el riesgo. Esta definición, valida como cualquier otra, viene a colación porque en ella encontramos los puntos críticos de lo que está pasando en la economía mundial…

Geográficamente, no nos podemos mover, pero si adecuar y adaptar al medio de una manera mas sostenible. ¿El resto?, es necesario un cambio mucho mas allá de las meras medidas especuladoras a corto y medio plazo.

Un nuevo modelo de sociedad, menos desfragmentada, con mayor apoyo en los valores, con un nivel de formación y educación superior, con una visión más humana, social y ética, con compromiso social y emprendedor.

Es tiempo de revisar los pilares, preparar unos nuevos cimientos más sólidos y resistentes, para poder levantar un edificio más creíble y sostenible, que permita albergar de alguna manera, el espacio de nuestros herederos en esta tierra. Que les pertenece a ellos más que a nosotros.

…y como dice el viejo proverbio árabe, si lo que vas a decir no es mas bello que el silencio, mejor no lo digas…

Buenas tardes y buena suerte.

Carlos J. Ochoa Fernández