La gestión del “yo” del nuevo Líder.

La contribución social y la gestión del presente.

A veces, cuando miro hacia atrás, tras más de treinta años de vida laboral ligada siempre a la ingeniería, la innovación y las nuevas tecnologías, me pregunto si ha llegado el momento de cambiar de rumbo. La contestación fluye desde mi interior de una manera natural y se plasma en la necesidad de contribuir y percibir que cuando mi contribución finalice, me podré sentir plenamente satisfecho con mi aportación a la sociedad. Y ese momento no ha llegado aún.

Me vienen a la memoria varios casos de directivos, ejecutivos y compañeros con los que he trabajado a lo largo de estos últimos años en los que “la contribución” simplemente no existía o se confundía con dedicación y esfuerzo personal. Y recuerdo también a mi primer consejero delegado en una multinacional alemana, que presumía ante los clientes de su colaborador, porque era una gran “fanático” de su trabajo y negocio. Evidentemente, el cliente me conocía personalmente y quedó un poco confundido ante aquella opinión personal que se había realizado en aquella reunión. Ante lo que me apresuré a explicar al cliente, que “el jefe” llevaba poco tiempo en España y confundía algunas palabras y lo que realmente quería decir era “apasionado”. Más tarde en la oficina, tuve la oportunidad de explicarle la diferencia en castellano entre fanático y apasionado y su trascendencia en el mundo empresarial, lo cual me agradeció efusivamente. Aquel hombre tenía un compromiso en un escenario complejo de trabajo, pero le faltaba pasión. No obstante sabía rodearse de personas que suplieran sus carencias y aportar su experiencia para contribuir a la mejora de una situación difícil.

El nuevo líder del siglo XXI ha vivido situaciones complejas, es apasionado y está abierto al cambio permanente, viendo este como un reto y una oportunidad para expandir su contribución personal. Pero en este cambio, la gestión del tiempo es un factor fundamental que vamos a considerar a continuación.

La gestión del tiempo presente es una de las capacidades a valorar y desarrollar fundamentales, tanto en la vida empresarial como en la personal. Saber vivir el presente de manera que sea adaptable a uno, evitando verse atrapado en tiempos pasados y lamentaciones sobre aquellos que jamás volverán y en la ansiedad del futuro inmediato que tanto desgasta.

Cuando nos dejamos arrastrar por el pasado o llevar por el futuro, nunca disponemos de tiempo suficiente, ya que lo que ocurre es que intentamos estar en dos lugares a la vez en distinto tiempo, lo cual es materialmente imposible y nos genera un gran estrés. Esta escisión mental interior es la que nos provoca una gran presión y fuertes tensiones. Por ello, dominar el tiempo es concentrarse y vivir el presente. Esto nos permite gestionar el tiempo eficientemente, dando de si tanto como seamos capaces de vivirlo. Llevándolo al mundo real podríamos definirlo como “obtener más haciendo menos”.

La concentración y dominio del presente, es lo que nos permite ser eficaces al poner toda la atención en lo que se está haciendo en cada momento. De manera que una vez finalizada una tarea, podemos iniciar otra nueva con la misma intensidad y atención. Esto es, trabajar con inteligencia.

Obtener más haciendo menos es un estilo operativo, un credo de los nuevos empresarios o emprendedores denominados por algunos como místicos. Vivir el presente y ser consciente de ello, permite ser eficiente en la gestión del tiempo y moldearlo a nuestro antojo.

Esta concentración y conocimiento de uno mismo nos permite obtener lo mejor de cada uno y así, siendo exigente con uno, poder exigir a los demás.

A lo largo de la vida estamos escogiendo en cada momento, elegimos entre varias opciones, situaciones, decisiones, personas, etc. Pero quien realmente elige?, es nuestro yo?. A partir de aquí pueden construirse muchos “yos”, si bien, sólo uno de ellos encuentra la coherencia entre el elector y el elegido y  nos permite ser conscientes de nuestro talento y la propia experiencia de la vida. ( Dag HammarskJöld).

En el mundo real todos adoptamos personajes en función de distintas situaciones a las que nos enfrentamos a diario. El personaje, es la máscara que envuelve nuestra esencia y esta mascara se adapta a los distintos escenarios de nuestra vida. Para poder sacar lo mejor de una persona, es necesario identificar claramente el personaje, esto es, detectar la máscara tras la que se oculta la persona. Y esto es fundamental en la gestión de las personas, tanto a nivel de colaboradores de una empresa, como en las relaciones con los clientes.

El nuevo líder/emprendedor del siglo XXI, tiene una habilidad especial para desdoblarse e identificar a la persona en esencia y al personaje. Para ello es necesario tener un profundo respeto por la esencia de la persona y poder así afrontar, clara y honestamente situaciones complejas. Ya que si ignoramos al personaje sobre la persona, esto puede llevarnos a situaciones muy peligrosas y conflictivas. Cuando decimos que nos preocupamos por las personas, realmente lo que significa es verlas y reconocerlas tal y como son, sin subestimar ni infravalorar sus defectos o la percepción de los mismos que nosotros tenemos.

Durante todos estos años he conocido muchísimas personas y personajes, y he de reconocer que la experiencia en la aplicación de estos conocimientos me ha ayudado siempre. Y si también es cierto, que uno no acaba de conocerse completamente nunca, el miedo al tiempo pasado…la ansiedad del futuro y la subestima de las personas son algunas de las barreras a las que nos enfrentamos a diario.  Pero no es menos cierto, que desde esta perspectiva de autoconocimiento y generosidad, las relaciones se facilitan en gran medida y la toma de decisiones se acelera en tiempo presente. Y sólo desde el respeto a uno mismo y el profundo conocimiento de nuestro yo, podremos acceder al conocimiento de los demás.

Carlos J. Ochoa Fernández ©

Anuncio publicitario

El Lider del Siglo XXI ante el «Cambio»

La espiritualidad está en el centro de nosotros mismos y no puede ser algo con lo que nos entretenemos en algunos momentos de nuestro tiempo. Está y debe estar presente en cada actividad y compartimento de nuestra vida.

Siguiendo con el tema de la Nueva Mística Empresarial, en estos días complejos, en los que las noticias nos asaltan y sobresaltan ante una posible recesión en Europa de consecuencias impredecibles, se ponen de manifiesto las distintas actitudes y formas de abordar esta situación por los distintos agentes: líderes políticos, lobbys y grupos de presión, empresarios, directivos, medios de comunicación, etc. Y realmente resulta bastante triste el panorama que se adivina, ante la falta de visión, honestidad y transparencia que transmiten, lo que les anula inmediatamente como lideres capaces de visionar un nuevo escenario de cambio real de la sociedad. Una falta de imaginación, creatividad y valor que les impide visionar un futuro distinto al actual y sólo se buscan salidas o alternativas para volver de nuevo al mismo escenario en el menor tiempo posible. Más vale malo conocido que bueno por conocer…

Cuando las personas que tienen la responsabilidad de tomar decisiones, sean estas del tipo que sean, aunque nos hablen del “cambio”, de una manera insistente, no se refieren al “CAMBIO” con mayúsculas. Esto es, un nuevo escenario con una visión ambiciosa y novedosa, capaz de afrontar los nuevos retos que esta sociedad está demandando de una manera nítida y clara y que ya está cansada de vueltas de tuerca alrededor del mismo “viejo” modelo. El cambio no puede quedarse en un cambio de personas, equipos y cosas. El CAMBIO, es una nueva forma de adaptarse a un nuevo paradigma en un mundo global y con unas estrictas reglas en la Unión Europea, pero que requiere de revisión permanente, valor y riesgo. El CAMBIO, es la rev-evolución constante y permanente, es una actitud diaria ante la vida, es cambiar la rueda del coche en marcha sin que este pare. Y si es necesario, cambiar al piloto y al copiloto tantas veces como sea necesario. Con viejas reglas y modelos que no han sido capaces de aprender de sí mismos, el cambio no existe y además es imposible. Quizás podríamos llamarlo en argot deportivo: rotación. La sociedad del siglo XXI requiere de propuestas acordes a las demandas y necesidades actuales, de la realidad actual, del presente y del futuro. Nunca de un pasado reciente.

Por ello, el autoconocimiento y la autocritica, son valores fundamentales del nuevo líder del siglo XXI. La capacidad de sorprenderse ante el nuevo conocimiento, las experiencias, la necesidad de buscar permanente la verdad y ser conscientes del que el triunfo es algo efímero. Ya que, para el nuevo líder del siglo XXI, cada nuevo proyecto es una puesta a cero del tanteador, un nuevo juego, en el que de nada sirven los triunfos anteriores y eso es ante todo un gran reto. El factor emocional es un valor diferencial importante, enfrentarse a los sentimientos de uno a la hora de tomar decisiones es clave. No es necesario ocultar los sentimientos, sino más bien todo lo contrario, pero de una manera sosegada y sin dramas. Afrontar los miedos y reconocerlos, cualquier situación de cambio nos enfrenta a estos escenarios y no por ello debe impedir la oportunidad de tomar decisiones correctas y visionarias. Asumir cambios es asumir riesgos, es enfrentarse a situaciones desconocidas, enfrentarse al miedo y a los sentimientos de uno mismo, sacando de los valores más profundos las soluciones más visionarias y sostenibles.

El autoconocimiento y la meditación permiten comprender las relaciones de las personas con su pasado, su historia, fortalezas y debilidades, aciertos y errores. De tal manera, que el líder místico del siglo XXI, no se deja llevar por la vanidad ni la gloria efímera, de manera que la forma de afrontar el nuevo presente y el futuro inmediato lo afrontan como un nuevo reto, una nueva situación, nunca afectada por el pasado, aunque este fuera triunfal.

El autoconocimiento necesita de feedback para retroalimentarse y mejorar constantemente. Para ello el líder del siglo XXI, debe estar abierto a la crítica de una forma honesta y sincera, valorando y  respetando las fuentes de esta. En este punto, me vienen a la mente varios casos vividos en distintas empresas.

En una primera, recuerdo como se puso en marcha un proyecto de Innovación que afectaba a toda la compañía. Se explicó a todos los empleados lo importante que era este proyecto, sus características, la metodología de trabajo y se abrió un buzón de Innovación con el fin de recoger las distintas propuestas que cada uno, bien a título individual o en grupo, quisieran proponer.  Al finalizar el periodo de consulta, se crearía un equipo de Innovación que valoraría las propuestas y se daría un premio al ganador, así como la responsabilidad de poner en marcha su proyecto. A lo largo de este periodo, un gerente fue revisando las propuestas de buzón y criticándolas una y otra vez, desacreditando a las personas que se habían comprometido con la idea. Al final, el personal se desmotivó y prefirió desentenderse del programa de Innovación. Cuando desde la dirección de una empresa no se ejerce un liderazgo natural y solo se ejerce la jefatura, los resultados siempre son los mismos.

Por otro lado, en una gran empresa multinacional, se creó un equipo de mejora con el fin de afrontar una difícil situación de futuro y resultados. Aquel proyecto lanzado desde la dirección, pretendía que desde todas las aéreas se identificaran puntos de mejora de cada una de ellas y de las demás. Aquel proyecto nació con una gran motivación y espíritu de autocritica muy elevado, siendo el resultado espectacular. Cada uno había realizado un ejercicio de autocritica tal que les llevaba a identificar los puntos de mejora propios, como los más fuertes valorados por el resto y viceversa. Al no haber afán de competición, estar abiertos a la crítica y ser más exigentes cada uno consigo mismo que el resto, permitió obtener unos resultados muy exigentes y excelentes.

El talento es algo innato en el nuevo líder, así como la capacidad de auto gestionarse y gestionar a las personas y las situaciones. Hoy, desde mi punto de vista, se requiere más que nunca de este tipo de personas, con valores, sentimientos, fortalezas y debilidades, pero ante todo líderes visionarios con capacidad de buscar nuevas vías más sostenibles para la nueva sociedad del siglo XXI.

Carlos J. Ochoa Fernández ©

Twits & Shout. 6 Reflexiones para cuando emprendas

Buenos días amig@s.

Hoy me levanté con un espíritu emprendedor espectacular. Será el anuncio de los primeros brotes de la primavera, será quizás el ruido de fondo (Libia, Japón,…etc.) que suena un poco mejor. O quizás simplemente sea yo y ese optimismo inteligente que a veces se apodera de mí y me desborda.

Y me vinieron algunas reflexiones en formato twitteriano que me gustaría compartir con vosotros, sin pretender en caso alguno, llegar a ser…más que una mini-receta por si algún día, te decides a dar el paso y emprender.

  • Cuando emprendas, fíjate una misión ambiciosa y compártela con el del asiento de al lado.
  • Cuando emprendas, antes que buscar financiación, busca mejores compañeros de viaje. Es la mejor inversión y la más segura.
  • Cuando emprendas, transforma el tiempo en tu aliado y el valor en tu insignia.
  • Cuando emprendas, ilusiónate, apasiónate, diviértete…se tu propio genio.
  • Cuando emprendas, comunica, participa, comparte, escucha, aprende, no dejes que nada ni nadie te arrastre.
  • Cuando emprendas, disfruta todos los días como si fueran viernes.

Life is too sort to waste your time. Smile !!!.

Carlos J. Ochoa Fernández

REAPRENDIENDO

A lo largo de estos últimos meses he recibido un autentico bombardeo de distintas escuelas de negocio con infinidad de propuestas de diversos cursos y masters alrededor de las Nuevas Tecnologías, Negocios en Internet y Marketing Digital. Una vez que analizo los programas con detenimiento, veo que son muy pocos aquellos que realmente aportan un valor añadido significativo, quizás porque están en una fase emergente y los programas se van ajustando poco a poco a una realidad, que una vez mas, va por delante.

Y ante este panorama y la necesidad de dar respuesta a los clientes, anticipándonos a sus posibles necesidades, no nos queda mas remedio que ¡¡¡ Reaprender !!!.

Si, digo bien, reaprender y poner en valor la experiencia, el conocimiento del mercado, el conocimiento de la tecnología, las necesidades de los clientes…en fin, todo aquello que importa realmente a la hora de poder enfrentarnos a una nueva situación con propuestas que justifiquen el intercambio comercial de: Valor por Dinero.

En las nuevas propuestas que aparecen constantemente en la nueva economía, el gran GAP es este. La aportación de valor real, por el dinero de la inversión a realizar y el beneficio a obtener.

La constante generación de expectativas fallidas y las increíbles inversiones realizadas en algunos nichos tecnológicos sin valor real, crearon en un tiempo reciente una gran burbuja especulativa en la que se enterraron grandes fortunas. No dejemos que los sueños de los especuladores vuelvan a invadir nuestras realidades.

Reaprender, de las experiencias (buenas y malas), escuchar y meditar, ver y pensar…razonar, evaluar y repensar una vez más. Ajustar las necesidades a soluciones reales en donde el valor sea medible y tangible aportando un beneficio a las partes y agentes implicados en el negocio es la vía para desarrollar empresas innovadoras a largo plazo y generar riqueza a partir de conocimiento y personas capaces de aplicarlo eficazmente.

Mientras tanto, seguimos reaprendiendo…algo que muchos han olvidado y no debemos confundir con reinventar.

Buenos días y buena suerte.

Carlos J. Ochoa